La pasada semana vino al colegio un misionero llamado Chimo que nos contó sus vivencias en un país sudamericano: Bolivia. No explicó con imágenes como trabajaba y ayudaba a la gente, especialmente a los prisioneros de una cárcel boliviana.
La verdad es que se nos pasó la media hora volando. Fue una charla que nos ayudó a valorar más si cabe lo que tenemos. Cómo bien dijo Mateo: «qué suerte he tenido de haber nacido aquí». Seguro que veremos el Domund de una manera más solidaria.