Tras el periodo de vacaciones de Navidad, el huerto del cole recupera su actividad. A pesar de que las condiciones meteorológicas no son las más propicias para la producción de plantas, en esta época también hay muchas cosas que hacer.
Tareas como el desbroce de hierbas, alimentar a las lombrices y preparar semilleros, son algunas de las más relevantes que hemos llevado a cabo esta semana. Además nos hemos centrado básicamente en la siembra de ajos.
El cultivo de esta planta de bulbo es sencillo de realizar y de mantener. Debido al reducido espacio del que disponemos, nos centraremos en la primera parte de su crecimiento. La mayoría de ellos los recogeremos para consumirlos como ajos tiernos. Solo unos pocos, seguirán su crecimiento hasta convertirse en una cabeza de ajos completa. Estos serán los que la próxima vez utilicemos para la siembra (tal y como hicimos el curso pasado).
Propiamente no es una siembra, ya que no utilizamos semillas, sino una parte de la planta, una parte del bulbo, que se conoce normalmente como diente de ajo y que a diferencia de otras hortalizas, engorda considerablemente para almacenar sus nutrientes. Es por ello que esta reproducción es asexual.
Se plantan los dientes de ajo directamente en la tierra. Se deben introducir en hoyos de dos dedos de profundidad. Hay que poner los dientes con el borde puntiagudo mirando hacia el cielo. Nosotros les hemos cortado la punta, para que acelerar el inicio del crecimiento de la planta.
Lo recomendable en un huerto en sembrar cada diente con una separación de 15cm de separación entre ellos, pero si el objetivo es cosecharlos cuando están tiernos, esta distancia se puede reducir.
Por último, tras tapar con tierra los dientes de ajos, solo queda regar y esperar que inicien su crecimiento. Como podéis ver en las imágenes, ya tienen un tamaño considerable los ajos que sembramos en otoño con los alumnos de primero.
¡No olvidéis que el ajo es fuente de salud por sus múltiples propiedades!
